viernes, 5 de septiembre de 2014

FLASHBACKS en el adiós a Gustavo.


 
En 1986, a los doce años, mis viejos me llevaron a mi primer concierto, uno de Soda Stéreo. Del recuerdo intacto me queda un estado de alucinación, una sensación de insuficiencia de los sentidos para guardar aquella primera impresión de lo que a partir de entonces, sería una de las cosas que más he disfrutado en la vida. Al salir, mi viejo aturdido por el sonido del estadio y la novedad, le dio varias veces arranque a nuestro auto.  Yo, que soy  de la época en que el cassette intentaba matar al vinilo, pero aún se compraba la música, me vi ayer, con una cara que había olvidado, saliendo de Libro 49 con tres cassettes que marcarían una época, y que además, serían mi llave para hacer rewind y fast forward sobre toda la historia del rock nacional. Uno de esos tres era “Nada Personal”.

Acababa de empezar una nueva era de estridencia, total  avidez musical y raros peinados nuevos. Inmediatamente después, Soda se fue a conquistar América y hoy todos valoramos esa epopeya que sembró de movimientos de rock latino a todo el continente y que hoy se traduce en tremendas manifestaciones de gratitud que cruzan fronteras. En aquella distancia digamos que me olvidé un poco, desvié la dirección y me calcé las all star con el objetivo adolescente de ver todas las bandas contemporáneas locales y foráneas que iban llegando.

En algún show de Las Pelotas o de Divididos, tal vez Daffunchio o Mollo pararan a la gilada que cantaba “Luca no se murió, Luca no se murió…” (hoy más que nunca me resulta imposible completar la cita), diciendo: “No, loco. Que no se muera nadie”. Aquellas antinomias, qué lejos van quedando, ahora que estamos todos grandes  y la música, toda, empieza a ser una especie de soundtrack de la vida de cada uno.  Porque alguna vez fue normal y hasta divertido que para Luca fueran “todosputitosss” y que los Redondos se burlaran de los modernos. Y al final Luca se murió, y se murieron Miguel, Federico y Pappo y Epumer. Y en este tiempo Mollo tocó con Cerati, y Cerati tocó con Spinetta y el Flaco partió también y Charly resucitó varias veces y esta noche llamó a Gustavo “arquitecto”, con el mismo amor con que el Indio lo está despidiendo con un aplauso.

Anoche en la tele vi una foto de Soda que era mi póster en la pared de mi cuarto de chica. Como esa gente que hasta hace un rato esperó horas en la lluvia para saludar fugazmente un cajón mortuorio, miré en retrospectiva y me vi intentando crecer junto a mi música desde el primer disco de Soda, me vi pegando volantazos , todos musicalizados, diversificando y ampliando mi gusto musical permanentemente, redescubriendo a un Cerati exquisito hace unos años, volviendo de pronto al punto de origen.
La última vez que  vi a Soda fue en un Aniversario de La Plata, gratis. Fui por ir, me mantuve alejada del escenario, pero ahí estuve, honrando sin saberlo a una memoria emotiva que hoy me atropella. Qué gran parte de uno se va con estas personas... o mejor dicho se queda eternamente atrapada en esa obra. Me quedo con eso, hoy que como tantas veces sentí que perdí algo precioso y en la garganta se me ahoga algo que quisiera ser un grito en la cara de los que quedan: NO SE MUERAN NUNCA.

 

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