Acababa de empezar una nueva era de estridencia, total avidez musical y raros peinados nuevos.
Inmediatamente después, Soda se fue a conquistar América y hoy todos valoramos
esa epopeya que sembró de movimientos de rock latino a todo el continente y que
hoy se traduce en tremendas manifestaciones de gratitud que cruzan fronteras. En
aquella distancia digamos que me olvidé un poco, desvié la dirección y me calcé
las all star con el objetivo adolescente de ver todas las bandas contemporáneas
locales y foráneas que iban llegando.
En algún show de Las Pelotas o de Divididos, tal vez
Daffunchio o Mollo pararan a la gilada que cantaba “Luca no se murió, Luca no
se murió…” (hoy más que nunca me resulta imposible completar la cita), diciendo: “No, loco.
Que no se muera nadie”. Aquellas antinomias, qué lejos van quedando, ahora que
estamos todos grandes y la música, toda,
empieza a ser una especie de soundtrack de la vida de cada uno. Porque alguna vez fue normal y hasta divertido
que para Luca fueran “todosputitosss” y que los Redondos se burlaran de los
modernos. Y al final Luca se murió, y se murieron Miguel, Federico y Pappo y
Epumer. Y en este tiempo Mollo tocó con Cerati, y Cerati tocó con Spinetta y el
Flaco partió también y Charly resucitó varias veces y esta noche llamó a
Gustavo “arquitecto”, con el mismo amor con que el Indio lo está despidiendo
con un aplauso.
Anoche en la tele vi una foto de Soda que era mi póster en
la pared de mi cuarto de chica. Como esa gente que hasta hace un rato esperó
horas en la lluvia para saludar fugazmente un cajón mortuorio, miré en retrospectiva
y me vi intentando crecer junto a mi música desde el primer disco de Soda, me vi
pegando volantazos , todos musicalizados, diversificando y ampliando mi gusto
musical permanentemente, redescubriendo a un Cerati exquisito hace unos años,
volviendo de pronto al punto de origen.
La última vez que vi
a Soda fue en un Aniversario de La Plata, gratis. Fui por ir, me mantuve
alejada del escenario, pero ahí estuve, honrando sin saberlo a una memoria
emotiva que hoy me atropella. Qué gran parte de uno se va con estas personas... o
mejor dicho se queda eternamente atrapada en esa obra. Me quedo con eso, hoy
que como tantas veces sentí que perdí algo precioso y en la garganta se me
ahoga algo que quisiera ser un grito en la cara de los que quedan: NO SE MUERAN
NUNCA.
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