En todos los sentidos de la agonía.
Su carne se pudre.
De a pedazos le avisa
el médico
que la vida se acaba.
Piensa que pronto jugará con mi hijo,
pero sólo habrá gateo
sobre una colcha antigua,
caricias torpes
y algarabía inútil.
Ninguna discusión acalorada.
Ningún plan para robar chocolate.
Ni una fija en el hipódromo.
Ni una nube de Pall Mall en la siesta.
Planea mi abuelo
sobre un futuro que se escurre
con una esperanza generosa y pura.
La casa huele a infierno.
En los huesos mi abuelo
espera dormitando
un momento lúcido y fugaz
para decirme adiós
lustrarse los zapatos y salir.