viernes, 5 de septiembre de 2014

Gustavo Adrián Cerati (1959-2014)

FLASHBACKS en el adiós a Gustavo.


 
En 1986, a los doce años, mis viejos me llevaron a mi primer concierto, uno de Soda Stéreo. Del recuerdo intacto me queda un estado de alucinación, una sensación de insuficiencia de los sentidos para guardar aquella primera impresión de lo que a partir de entonces, sería una de las cosas que más he disfrutado en la vida. Al salir, mi viejo aturdido por el sonido del estadio y la novedad, le dio varias veces arranque a nuestro auto.  Yo, que soy  de la época en que el cassette intentaba matar al vinilo, pero aún se compraba la música, me vi ayer, con una cara que había olvidado, saliendo de Libro 49 con tres cassettes que marcarían una época, y que además, serían mi llave para hacer rewind y fast forward sobre toda la historia del rock nacional. Uno de esos tres era “Nada Personal”.

Acababa de empezar una nueva era de estridencia, total  avidez musical y raros peinados nuevos. Inmediatamente después, Soda se fue a conquistar América y hoy todos valoramos esa epopeya que sembró de movimientos de rock latino a todo el continente y que hoy se traduce en tremendas manifestaciones de gratitud que cruzan fronteras. En aquella distancia digamos que me olvidé un poco, desvié la dirección y me calcé las all star con el objetivo adolescente de ver todas las bandas contemporáneas locales y foráneas que iban llegando.

En algún show de Las Pelotas o de Divididos, tal vez Daffunchio o Mollo pararan a la gilada que cantaba “Luca no se murió, Luca no se murió…” (hoy más que nunca me resulta imposible completar la cita), diciendo: “No, loco. Que no se muera nadie”. Aquellas antinomias, qué lejos van quedando, ahora que estamos todos grandes  y la música, toda, empieza a ser una especie de soundtrack de la vida de cada uno.  Porque alguna vez fue normal y hasta divertido que para Luca fueran “todosputitosss” y que los Redondos se burlaran de los modernos. Y al final Luca se murió, y se murieron Miguel, Federico y Pappo y Epumer. Y en este tiempo Mollo tocó con Cerati, y Cerati tocó con Spinetta y el Flaco partió también y Charly resucitó varias veces y esta noche llamó a Gustavo “arquitecto”, con el mismo amor con que el Indio lo está despidiendo con un aplauso.

Anoche en la tele vi una foto de Soda que era mi póster en la pared de mi cuarto de chica. Como esa gente que hasta hace un rato esperó horas en la lluvia para saludar fugazmente un cajón mortuorio, miré en retrospectiva y me vi intentando crecer junto a mi música desde el primer disco de Soda, me vi pegando volantazos , todos musicalizados, diversificando y ampliando mi gusto musical permanentemente, redescubriendo a un Cerati exquisito hace unos años, volviendo de pronto al punto de origen.
La última vez que  vi a Soda fue en un Aniversario de La Plata, gratis. Fui por ir, me mantuve alejada del escenario, pero ahí estuve, honrando sin saberlo a una memoria emotiva que hoy me atropella. Qué gran parte de uno se va con estas personas... o mejor dicho se queda eternamente atrapada en esa obra. Me quedo con eso, hoy que como tantas veces sentí que perdí algo precioso y en la garganta se me ahoga algo que quisiera ser un grito en la cara de los que quedan: NO SE MUERAN NUNCA.

 

martes, 6 de mayo de 2014

(Léase escuchando a Gardel cantar “Golondrinas”).


 
Mi  abuelo agoniza.

En todos los sentidos de la agonía.

Su carne se pudre.

De a pedazos le avisa

el médico

que la vida se acaba.

Piensa que pronto jugará con mi hijo,

pero sólo habrá gateo

sobre una colcha antigua,

caricias torpes

y  algarabía inútil.

Ninguna discusión acalorada.

Ningún plan para robar chocolate.

Ni una fija en el hipódromo.

Ni una nube de Pall Mall en la siesta.

Planea mi abuelo

sobre un futuro que se escurre

con una esperanza generosa y pura.

La casa huele a infierno.

En los huesos mi abuelo

espera dormitando

un momento lúcido y fugaz

para decirme adiós

lustrarse los zapatos  y salir.

martes, 1 de abril de 2014

La Plata Spoon River. (Antología).


"Lía Angélica Marconatto" (Víctima de la inundación de La Plata del 2 de Abril de 2013)

En La Plata Spoon River, Antología de Julián Axat.

Revista La Pulseada

Poesía para las víctimas de la inundación

Con la propuesta de escribir poemas que funcionaran como epitafios para recordar a los fallecidos en la tragedia del 2 de abril, el defensor oficial y poeta platense Julián Axat convocó a distintos escritores. El trabajo colectivo está a punto de publicarse en la La Plata Spoon River, una antología donde cada poema lleva el nombre de una víctima. Adelantamos algunos textos.

“Si no hay justicia hay poesía”, decía la firma del primer correo electrónico de Julián Axat, que parafraseaba aquella consigna con que los HIJOS llamaban a señalar las casas de los represores impunes: “Si no hay justicia hay escrache”.
El mail era provocador: “Usted ha sido invitado a escribir un poema en función del nombre de una de las víctimas de la inundación”. Si el escritor respondía, se le asignaba uno y tenía una semana para escribir. Corría el mes de junio y todavía estaba en discusión la cantidad de víctimas fatales del naufragio platense del 2 de abril, que el gobierno provincial intentó acotar y ocultar. La investigación periodística de esta revista, las denuncias iniciales de Axat y los avances de la causa conducida por el juez Luis Arias desmontaron esa mentira. “A esta altura el número no ha sido clausurado, pues resta investigar un procedimiento espurio de ocultamiento-adulteración de las defunciones”, explica el defensor oficial del fuero penal juvenil, además poeta y director de la colección “Los detectives salvajes” de La Talita Dorada, que en abril —en plena vorágine por la catástrofe social— imaginó La Plata Spoon River.

Se inspiraba en la obra Spoon River Anthology (1915), del poeta y abogado Edgar Lee Masters. “La antología tenía que retomar el punto de partida del epitafio, y relacionar el agua con la poesía y la voz de los muertos —explica Axat—. A cada poeta le correspondería ser la máscara de otro, pero desde sus obsesiones. Cada poema experimentaría el verso libre y llevaría como título el nombre y apellido de alguna de las víctimas del temporal. En este caso no se inventarían epitafios de personas imaginarias enterradas en un supuesto cementerio de un conjetural pueblo llamado Spoon River. El riesgo de algo demasiado real surgía como inversión y base de la Antología La Plata Spoon River”.

Como adelanto exclusivo de La Pulseada, en nuestra edición impresa publicamos un fragmento del prólogo del libro y cuatro poesías: “Alicia Shimizu” y “Cristhian David Mendoza Benítez”, de nuestros compañeros Josefina Garzillo y Daniel Badenes, respectivamente; y “Lía Angélica Marconatto”, de Silvina Iñiguez; “María Beatriz Velinzas”, de Nicolás Prividera.

AGUA

                                                                          “Llueve todo el tiempo afuera, tupido y gris.”
                                                                                                              Julio Cortázar, El aplastamiento de las gotas.
No es sólo esta lluvia sin fin
es toda esa basura flotando afuera
llevada por corrientes de agua sucia, sin destino.

No es sólo la lluvia,
es también gente asustada,
peligro,
tragedia,

animales que gimen en lo oscuro.
No es la lluvia en sí,
es el hombre tratando de sostener el techo
luchando contra el viento mojado
que embolsa ventanas de cartón
cortinas de mentira.

Es la creciente salvaje,
que  lame las patas de las desvencijadas camas
y  pone verdes los colchones.
los muros,
las almas.
Es la huella eterna
que en la mañana un sol insoportable
secará sin urgencia
y el mundo ficticiamente parecerá mejor
sólo porque la lluvia habrá cesado.